Arte y Cultura

Andrés Zevallos, el rescate de Cajamarca

El recordado artista cajamarquino, considerado como el último pintor indigenista, también era escritor. Lluvia Editores ha publicado Cuentos del tío Lino.

  • 15/06/2023 • 17:16
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Era agricultor, camionero, profesor de colegio, escritor, pero sobre todo un gran maestro de la pintura. El recordado Andrés Zevallos de la Puente es, sin duda, uno de los hijos más grande Cajamarca. Ha sido discípulo de José Sabogal, Julia Codesiso y Teresa Carvallo. También muy amigo de José María Arguedas.

La primera vez que vi un cuadro suyo fue en el verano de 1983, en la casa de Antonio Cornejo Polar, cuando el recordado crítico literario y rector de San Marcos me lo mostró cuando le dije que, más que literatura, yo quería estudiar arte. “Andrés Zevallos no solo es pintor, también es narrador”, me dijo y me habló de que el artista cajamarquino era autor de Cuentos del tío Lino.

El azar quiso que meses después, en el taller del editor Esteban Quiroz, encontrara una edición artesanal de Cuentos del tío Lino, un libro de relatos breves, llenos de humor y desenfado campesino. Esteban Quiroz y Lluvia Editores no hace mucho han publicado una hermosa edición en versión castellana, quechua e inglés.

Andrés Zevallos es considerado como el último pintor indigenista. Nació en el pueblito de Campoden, en Contumazá, en 1916. Falleció en abril del 2017.

También asumió la dirección de la Casa de la Cultura de Cajamarca durante 17 años.

Como artista, empezó a pintar a su tierra. En sus lienzos aparecieron sus campiñas, sus gentes, la vida cotidiana y las faenas de cosecha y trilla.

Como escritor, entre otros libros, publicó Boceto biográfico de Mario Urteaga.

Pero es en su libro Cuentos del tío Lino, relatos de tradición oral, donde el artista vuelca todo su gracejo campesino. Relatos llenos de sabiduría y humor que bien se pueden emparentar con Monólogo desde las tinieblas de Antonio Gálvez Ronceros.

En uno de sus textos, el tío Lino es perseguido por un toro. Para salvarse, se tira a la laguna, pero se da cuenta de que el toro también sabe nadar. Entonces ve un chorro de agua, y como si fuera una soga, empieza a trepar. Pero el toro también hace lo mismo. Entonces, se detiene, saca su machete y corta el chorro de agua. El toro cae.

Andrés Zevallos dijo alguna vez que Arguedas le propuso grabar un disco con estos relatos, proyecto que se truncó con el suicidio del escritor. Esta edición de Lluvia Editores es una manera de rescatarlos.